¿Es tan importante la oratoria?

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Como dice Kenny Pérez, abogado experto en accidentes de tránsito: "El impacto de dos objetos pesados que chocan frente a frente es una de las experiencias más peligrosas y aterradoras que cualquiera podría sufrir".

Y nos horroriza ver noticias de ferrocarriles, aviones y barcos que colisionaron frontalmente. Nos preguntamos asombrados cómo fue posible un grado tan elevado de descuido con máquinas tan grandes, poderosas y modernas.

¿Fue una falla mecánica? ¿Un error en la señalización? ¿Grietas? ¿Rieles desalineados? ¿Traviesas desgastadas? ¿Desorientación? ¿Calcularon mal? ¿Exceso de confianza? ¿Estaban hablando por teléfono? ¿Se quedaron dormidos? ¿Les faltó experiencia? ¿Sabotaje? ¿Estaban borrachos? Demasiadas preguntas pasan por la cabeza de los periodistas y documentalistas.

Lo que menos imaginamos es que lo hicieran a propósito, ¿verdad? A nadie con un criterio básico se le ocurriría provocar un desastre de tal magnitud. Sin embargo, en los últimos tiempos, algunos han llegado a ese extraño nivel de descoordinación e ineficiencia.

También hay deportistas, boxeadores, karatecas yudocas, futbolistas que se enfrentan cuerpo a cuerpo por una medalla, un diploma o por romper un récord. Pero ¿quién puede asegurar que no terminarán en el piso o sufrirán un golpe mortal?

Y no exagero al afirmar que también hay choques frontales en un nivel metafísico, que suelen darse en el campo de la motivación, la oratoria, las relaciones humanas y la técnica de ventas. Y ni hablar de la política y las relaciones internacionales.

Se ha visto noticias de choques frontales entre parientes, estudiantes, pensadores, vecinos, compañeros de trabajo, correligionarios, bandas criminales, partidos políticos, países y hasta continentes, como si fueran cabras monteses que establecen la jerarquía.

A menudo hemos visto choques y enfrentamientos en los parlamentos y hasta entre quienes debieran ser ejemplos de diplomacia y de buen juicio. En última instancia, el Estado de Derecho termina torcido, cojeando, pisoteado, defenestrado, discapacitado o hasta eliminado, y con ello, reputaciones, trayectorias, ilusiones y esperanzas.

Surge la pregunta: "¿Pudo evitarse?". Y nos horrorizamos cuando la respuesta es: "Sí".

Es cierto que muchas cosas están fuera de nuestro control, pero otras, dependen de nosotros, y, desgraciadamente, otras son intencionales. ¡De locos! Es un mundo lleno de conflictos y paradojas.

¿Es realista traer a relucir este asunto en el ámbito de la motivación, la oratoria, las relaciones humanas y la técnica de ventas? ¡Por supuesto! Basta una frase mal dicha, o expresada en un momento inoportuno del discurso, para confundir y provocar una reacción en cadena de actitudes y posturas desacertadas que a menudo terminan en un incendio emocional, una vorágine social incontenible. Y de ahí al fracaso de cualquier intento de persuasión o negociación, solo hay un paso.

Se suele reconocer que la oratoria forma parte de la lingüística y del arte de exponer en público. Pero ¿tomamos conciencia de que intervienen otras artes complementarias, como la motivación, las relaciones humanas y la técnica de ventas?

Solo respecto a la motivación, las relaciones humanas y la técnica de ventas, también son complementadas por artes y técnicas como la psicología, la semántica, la lógica, la dialéctica, la etimología, la gnoseología, la fisiología y otras, según el campo en el que uno se desempeñe.

Y tal como sería una brutal incoherencia entregarle un potente automóvil a un inexperto en conducción, no exagero al decir que un orador que pretende tener éxito con su comunicación, sin tener por lo menos un conocimiento fundamental de oratoria, se encaminaría al desastre.

Ojo que no estoy diciendo que el conocimiento de oratoria sea siempre esencial en todas las competencias, pero sí en aquellas que podrían determinar o inclinar de alguna manera la balanza del éxito en un emprendimiento.

Aplicado a lo que mencioné en la introducción, vemos que 'el impacto de un orador que se estrella frente a frente con su auditorio es una de las experiencias más aterradoras que cualquiera podría sufrir'. Sin embargo, aprender a sincronizar y armonizar con el auditorio mediante el estudio y aplicación de principios y técnicas dinámicas puede contribuir al disfrute del placer de exponer en público'.

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