Solo necesitas dos cosas

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Parece simplista decir que para hablar en público eficazmente solo necesitas dos cosas, pero es verdad. Si alguien habla de manera poco eficaz es porque tiene que mejorar en uno de esos dos aspectos.

Piensa esto: Los físicoculturistas siguen las indicaciones del profesional a cargo para desarrollar su musculatura y se esfuerzan un poco más cada vez que van al gimnasio. Si hicieran el mínimo esfuerzo, no conseguirían los resultados que buscan. Al hacer su máximo [bajo supervisión experta], obtienen el mejor desarrollo posible. 

En oratoria sucede algo parecido, pero principalmente en sentido metafísico. Es cierto que se pueden entrenar los órganos que intervienen en la producción de la voz, y que, si uno desea, también puede practicar lectura, gestos y ademanes. Pero ¿qué crees que requiere más atención? ¿Entender bien cómo funciona todo y beneficiarte a "corto y largo plazo", o tan solo salir del atolladero dar un discurso y contentarte con un resultado mínimo?

Aquí en Oratorianetmóvil te explicaré todo desde la base y aún más allá de tus expectativas. Pero lo primero que debes entender y asimilar es que, para exponer en público con eficacia necesitarás dos cosas. Más directo, breve y objetivo no podré ser.

Lamentablemente, para que entiendas claramente todo lo que implican esas dos cosas, puedes escoger entre hacer de la lectura tu mayor aburrimiento y conseguir un desempeño poco eficaz, o hacer de ella tu mejor aliada y mejorar tu desempeño permanentemente. 

¿Qué decides? ¿Hacer el mínimo y salir del paso? ¿O dar tu máximo permitiendo que tu carácter y personalidad desarrollen como si fueras a un gimnasio?

Si no te esfuerzas, no perderás nada, porque seguirás igual. Pero si te impones la costumbre de leer cada día un poquito o cada domingo por la noche algún artículo de Oratorianetmóvil, producirás una reforzada musculatura interna de tu carácter y personalidad en lo relacionado con lo que más te interese sobre tu oratoria.

Desarrollarás nuevas fibras y reforzarás tu competencia para asumir con cada vez mejores resultados el desafío de exponer ante cualquier auditorio.

Dos cosas nada más

Ningún maestro de oratoria te exigirá menos, y nadie te ofrecerá más a cambio. ¡Piensa en todas las cosas que podrías conseguir con tus cualidades renovadas.

Bueno, las dos cosas que necesitas son: informar y motivar. Cuanto mejor informes y motives, mejor será tu oratoria. Así de simple.

Si te parece que cierto discurso no resultó eficaz, seguramente se debió a un mal manejo de la información o a un descuido en la motivación, o ambas cosas.

Aquí  encontrarás mucho pan para rebanar, pero te conviene revisar específicamente dónde está el problema, ya se trate de analizar tu propia presentación o la de otra persona.

Cuanto más conozcas y pongas en práctica los detalles que intervienen en tu habilidad para exponer la información, y cuanto más conozcas y aprendas los detalles que intervienen en tu habilidad para motivar a un auditorio, resultarás ser una persona más convincente y persuasiva, consiguiendo mejores resultados.

Es lógico que un mecánico cuide bien su automovil, le saque más provecho y le dure más tiempo. Lo mismo se puede decir de tu oratoria. Poco esfuerzo, pocos resultados; grandes esfuerzos, grandes resultados, ¡como en un gimnasio! Es la Ley de las Consecuencias. Nadie puede escapar del enfoque pragmático.

Arriba dije que si tomas el camino fácil, no perderás nada, en el sentido de que te quedarás donde estás, pasarás la página y seguirás con tu vida. Pero ahora es mi deber advertirte que también ocurre algo irónico.

Si no te esfuerzas, lo perderás todo (en lo que a oratoria ser refiere). ¿Por qué? Porque al no darle una oportunidad a las técnicas dinámicas para exponer en público, tus desventajas no solo te darán los mismos resultados, sino peores. ¿Por qué?

Cuando uno habla en público, se expone a una crítica masiva que podría trascender en su vida. No ocurre lo mismo si uno conversa con una o dos personas. En oratoria, su imagen personal y empresarial se pone en juego. Las desventajas se pueden volver muy reales: Esa es la raíz del miedo de muchos. Por eso hay quienes prefieren evitar exponerse en público.

Por eso te recomiendo el camino difícil de hacer el esfuerzo de explorar y explotar tu potencial a un grado razonable, ¡a tu propio paso! ¿Podría pedirte menos?

4 temores básicos 

Hay 4 temores básicos que les congelan los huesos a quienes se retraen, y que al principio tal vez los veas como enemigos: el temor al qué dirán, el temor a hacer el ridículo y el temor al fracaso.

Cualquiera de esos temores puede paralizar a un novato. Pero si uno desarrolla su carácter y personalidad puede enfrentar el desafío de exponer con la confianza de que obtendrá una crítica favorable, lo cual disipará cualquier temor. ¡Uno se siente bien cuando ha cumplido con su auditorio y consigo mismo!

Quizás me digas: "Un momentito. Acabas de mencionar 4 temores, pero solo explicaste 3". Es cierto. Lo hice a propósito, para poner a prueba tu capacidad de concentración y memoria. Si lograste darte cuenta de que solo mencioné tres, significa que tienes un mayor potencial para extraerle un enorme provecho a tu lectura. Lo harás más rápido que un lector que pasa por alto los detalles. 

Y si no te diste cuenta de que solo mencioné tres, significaría que te convendría empezar a practicar lectura. Abarcarás más material en menos tiempo, extrayéndole más provecho a tu lectura. (Veamos ahora ese cuarto temor.)

El temor al éxito. No me explayaré mucho en este artículo. Pero, aunque parezca increíble, el temor al éxito es un temor real del cual pocos maestros de oratoria hablan con sus estudiantes. 

El temor al éxito es lo opuesto al temor al fracaso. Es el temor de hacer un discurso tan bueno que imaginas que no soportarás la presión de grupo, es decir, el aplauso y las felicitaciones del auditorio, seguido de propuestas para volver a hacerlo ante otros auditorios, lo cual supones que te produciría más presión social. 

En todo caso, depende de tu concepto del éxito. En realidad, tus éxitos y fracasos no deben depender de que te aplaudan, te paguen, te feliciten o te den muchos likes, sino de saber que hiciste el esfuerzo y beneficiarte a tus oyentes. La clave no está en ganar, sino en saber que realmente lo hiciste lo mejor que pudiste. 

La mayoría de los temores tienen raíces profundas, una de las cuales tiene que ver con una baja -o pobre- autoestima, además de suponer que el esfuerzo es uno, su contribución o apoyo, no tiene valor. En muchos casos, se debe a falta de conocimiento del potencial que uno tiene. 

La baja autovaloración está estrechamente ligada al pasado. Para mejorar, uno debe ubicarse mentalmente en el futuro, no en el pasado, lo cual implica cultivar una imaginación creativa, pensar en maneras prácticas de producir resultados o efectos agradables.

De modo que ¡corta por lo sano y ve directo a la raíz del problema: la falta de conocimiento de tu verdadero potencial! Eso lo resuelves con información pertinente, leyendo material de calidad, estudiando, meditando, experimentando con la meta de ser una mejor persona cada día, es decir, compitiendo contra tus propios sentimientos negativos. No te compares ni compitas contra otras personas.

Así que, si quieres, pasa la página y sigue con lo tuyo. No te presionaré. Si, en cambio, te comprometes a hacer un pequeño esfuerzo cada día, como hacen los físicoculturistas, este blog te acompañará en cada paso y será más que suficiente.

Poco a poco descubrirás tu verdadero potencial. Tus temores se esfumarán y te sentirás mucho mejor debido a que llegaste a ser competente en oratoria, un arte que bien merece tu esfuerzo.

Sentirás la libertad y el placer de tomar la palabra en cualquier momento.

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