Desinformación

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¿Atornillador o destornillador? Personalmente no concuerdo con el significado que comúnmente se da a ciertas palabras. Por ejemplo, "desinformación". ¿Por qué?

Si buscamos en Internet la definición para "desinformación", probablemente leamos algo así: "carencia de información", "ignorancia", "transmitir datos erróneos", "proveer información falsa" o algo parecido.

Sin embargo, los diccionarios no regulan las palabras. Solo nos dicen cómo las están usando los que respetan y mejor entienden el idioma, así como las que, aunque no se adhieren a ninguna norma ni sugerencia académica, las han popularizado, convirtiéndolas en expresiones de uso común o vulgar.

Por otro lado, los actuales ya no incluyen palabras que entraron en desuso hace varias decenas de años, así como las que entraron en desuso hace relativamente pocos años (aunque con la salvedad de que están cayendo en desuso).

Por ejemplo, si buscas la palabra "destornillador", tal vez leas que significa: "palanca o instrumento para atornillar y destornillar". Pero es interesante que, si buscas "atornillador", que es la palabra principal, tal vez no la encuentres.

Razonando, si primero uno atornilla, me pregunto por qué no lo llaman "atornillador" en vez de "destornillador". En fin, lo importante es que dicho instrumento cumpla su doble función de atornillar y destornillar.

Aplicado a la palabra tornillo, el prefijo "des" significa que quita, retira, niega o remueve el significado de la palabra tornillo, como ocurre con DESconocimiento, DESmotivar, DEScreer, DESleal, DESentrañar, DEShacer. Por eso le dieron como resultado "des+tornillar.

Ahora bien, aplicándolo a la palabra "informar", supondriamos que el prefijo "des" quitaría, retiraría, negaría o removería su significado, lo cual daría como resultado "des+informar", "des+informó", "des+informo",  y "desinformación". ¿Empatamos?

En otro artículo expliqué que, etimológicamente, "informar" significa in+formar: es decir, "introducir una forma de pensar". Por eso, para ser consecuente, debiera entenderse que DESinformar significa lo opuesto: quitar, retirar, negar o remover una forma de pensar.

Siendo así, "DESinformar" realmente significa "negar la información" o "quitar, retirar o remover la información". Sin embargo, debido a su constante uso malinterpretado, la palabra adquirió una connotación negativa, y así es como la usa hoy la mayoría.

Cualquier bloqueo, impedimento, torcimiento, disfraz, demora, restricción, exageración, sacar de contexto o mala interpretación coadyuva a la desinformación. Por ejemplo, si un niño o niña quiere pedir ayuda, consejo u opinión a personas en quienes confía, decirle que no tiene derecho de hablar con ellas ni buscar ayuda en ninguna parte (porque todavía es muy niño o porque no le van a creer, o porque tiene que aceptar su situacion y callar).

Coacción, coerción, amenaza, intimidación y cualquier clase de presión social que le impida obtener comentarios de personas de su confianza, es decir, recibir o aclarar información a la que moralmente tiene derecho, podría considerarse un delito.

Por eso digo que no estoy de acuerdo con el significado que se da a la palabra "desinformacion", a pesar de que cualquier diccionario, incluso uno etimológico, la interpreta como: "carencia de información", "ignorancia", "transmisión de datos erróneos", "falsedad" o algo parecido. Pero ¿es eso lo que significa si la contrastamos con la la palabra "destornillador"? Veamos.

Un destornillador atornilla y destornilla un tornillo o, en palabras simples, lo mete y saca girando su eje. Pero dicha palabra no implica la connotación de introducir o retirar un tornillo malo. Tampoco la de deformar el tornillo.

En ese casos, no decimos que atornillamos bien o destornillamos mal. Simplemente nos referimos a que introducimos o retiramos el tornillo. Lo mismo debería ocurrir con la palabra "información". Debería significar que introducimos o quitamos información, ¿verdad? No queremos decir que introducimos información correcta o introducimos información incorrecta.

No obstante, a la palabra desinformar se le dio el significado de deformar o torcer el entendimiento, y muchos, de hecho, la mayoría, entiende que informar es bueno mientras que desinformar es malo, lo cual, en ningún caso se ajusta al significado básico real.

Se puede informar cosas malas, como ocurre con una noticia desagradable, sin que por ello sea información torcida. Desinformar no necesariamente debería significar que implica una intención de torcer la verdad.

Como vemos, cualquier información en sí misma puede resultar buena o mala, positiva o negativa, eficaz o ineficaz, verdadera o falsa. Igualmente, cualquier desinformación debería significar que simplemente se retira o quita cierta información, sin asociar el concepto con ninguna mala intención.

Eso me hizo preguntarme: "¿Deberíamos usar palabras con la connotación que suele darle la gente, o con su significado correcto?". La respuesta es que, por conveniencia, nos veríamos forzados a decidir no usarla, o, en todo caso, a darle la connotación que le da la mayoría (de lo contrario, no nos entenderían).

Analizamos las palabras y sus significados porque es nuestra responsabilidad entender claramente lo que pensamos y decimos (sobre todo lo que pensamos). Porque lo que pensamos es lo que influirá en nuestros actos, carácter y personalidad, en el trato que damos a los demás y en la manera como preparamos nuestros discursos.

Cuanto mejor entendemos una palabra, mejor orientamos nuestro pensamiento y, por tanto, nuestros argumentos y acciones. En mi caso, no suelo usar la palabra "desinformación" para referirme a información errónea, falsa, sesgada, incompleta, tendensiosa, equivocada, distorcionada o engañosa.

En tal caso, prefiero usar dichos términos en vez de referirme a una generalidad ("desinformación"), que, en cierto modo, parecería minimizar el daño.

De hecho, algunos consideran la desinformación como un simple sesgo inocente o un pequeño error involuntario, no como, en muchos casos, lo que verdaderamente es: un acto deliberado de engañar y crear confusión para sacar partido egoísta. En el peor de los casos, produce ira, rabia y descontento.

Según sea el caso, en vez de desinformacion, prefiero llamar a las cosas por su nombre: información falsa, sesgada, incompleta, superficial, sospechosa, superflua,  contaminada, malentendida, prejuiciosa, distorcionada, tendensiosa, equivocada o engañosa.

Lo más siniestro de esta consideración es que la desinformación, al igual que el COVID, necesita un humano para anidar, arraigarse, replicarse y contagiar. Y siendo que la desinformación se origina en un engaño malintencionado, el perpetrador se ampara en la filosofía errada de que "si te dejas engañar [robar, maltratar, pisotear, abusar, envenenar], es tu problema", un epítome que a los manipuladores les encanta repetir.

Por eso pienso que "desinformar" realmente debería significar lo opuesto: quitar o retirar la información engañosa y reemplazarla con información correcta, veraz y exacta, es decir, con datos que gocen de un respaldo confiable. Y ese es el sentido que quiero que le den los oyentes en un discurso.

Por lo tanto, para no ceder el paso a un malentendido, prefiero decir: "información errónea, falsa, sesgada, incompleta, tendensiosa, equivocada o engañosa", en vez de simplemente referirme a ello con el término nebuloso "desinformación".

¿Y qué haré con la información errónea que pudiera descubrir entre mis propios pensamientos, es decir, con la carga viral que, sin darme cuenta, se filtró entre mis conceptos? Aplicaré la técnica del destornillador. Destornillo la idea errada y atornillo una más adecuada. En otras palabras, cambio el tornillo, reemplazo la idea inadecuada con una idea adecuada.


A nivel personal, entiendo y uso la palabra desinformación en el sentido correcto, pero al dirigirme a un auditorio, la uso como la entienden ellos: como "información falsa".

Digo esto, no porque me falte un tornillo, sino por lo contrario. Me gusta tener cada tornillo en el orificio correcto y renovar los que pudieran haberse deteriorado. Pero también siento mucho respeto por quienes prefieren usar tornillos incorrectos o prefieren dejar en su lugar los tornillos oxidados.

Pienso que no existe ninguna utilidad práctica en seguir creyendo en algo que carece de sentido o que no tiene una significación real. Tampoco tiene sentido atornillar algo que no necesita un tornillo ni seguir atornillando un tornillo que resbala y perdió su agarre.

Robar es robar, y mentir es mentir; abuso es abuso, y nada justifica lo injustificable. La desinformación, tal como la interpreta la mayoría, se trata de un instrumento del mal. Y es aún más siniestra cuando lleva una máscara o maquillaje de bondad, beneficio, ayuda, progreso, etc. 

Por eso a muchos les cae de cajón la pregunta: "¿Cómo me protejo ante la manipulación mental de la desinformación que pulula por ahí?". Mi respuesta sería que el engaño está tan enquistado en la idiosincrasia que casi se podría afirmar que forma parte de esta, y por tanto, cada quien debe prestar atención a "cómo y a quién escucha".

En estos tiempos debemos prestar mucha atención a expresiones tales como "dicen que", "según algunos", "está comprobado que", "podría ser", "en algunos casos", "la mayoría", etc. 

No digo que siempre se trate de un engaño. Porque a veces, inocentemente, se disemina un simple rumor que sigue deformándose en el camino. Pero en vista de la magnitud a que ha llegado el problema, debemos tomar con pinzas las palabras y usar el razonamiento, el discernimiento, la perspicacia y cualquier otra facultad mental a fin de aceptar o rechazar lo que pudiera causar daño a los demás.

Por ejemplo, ¿estarías en capacidad para refutar a alguien que afirmara que la imagen que sigue es de un nuevo planeta recientemente descubierto?


El físico francés Etienne Klein hizo un interesante experimento. Subió a Twitter esta extraordinaria foto capturada recientemente por un telescopio de la NASA. Obtuvo muchos likes y seguidores, pero después se disculpó, explicando que solo se trataba de la foto de una rodaja de chorizo, y que la publicó intencionalmente para alertar a la gente para tener más cuidado con la desinformación, por haber llegado a ser muy fácil que muchos se dejen convencer por lo que no es cierto.

Igualmente, a juzgar por la invasión cada vez más agresiva de la agnotología, nos vemos forzados a desconfiar de algunos argumentos así como de la elocuencia espontánea de muchos. No porque nos hayamos vuelto paranoicos ni desconfiados, sino por cautos, discretos y cuidadosos al introducir nuevas ideas y noticias en nuestra mente.

Con el auge exponencial del ChatGPT, habría que preguntarse cómo se abre paso la agnotología en los sistemas de Inteligencia Artificial. ¿Resultará tan franca la GPT que logre evadir la malsana influencia de la agnotología?

Pocos humanos logran librarse de la agnotología. La inmensa mayoría no entiende lo que es, y ni siquiera sabe que existe, a pesar de tratarse de una ciencia que empezó a enseñarse en la universidad de Stanford a comienzos de los años 70. Una pista: la desinformación es tan solo uno de sus componentes. El principal es la ignorancia o deficiencia cognitiva.

Sería interesante saber qué te respondería el ChatGPT si le preguntaras: ¿Cómo evita la inteligencia artificial y el GPT infectarse de la nefasta influencia de la agnotología, esquivar sus tentáculos y no contaminar sus respuestas? ¿Se le haría un nudo en el cerebro artificial?

Si alguna vez comiste pescado, seguramente aprendiste que sería tu responsabilidad personal tener cuidado con las espinas. Lo mismo debes hacer con las ideas. No todo allá afuera es engañoso, ni tampoco todo es verdad. Pero ¿qué opinaría el ChatGPT? ¿Sería capaz de destornillar tornillos intelectuales torcidos y reemplazarlos con la verdad?  ¿Podrá detectar las espinas de la agnotología a fin de no atorarse?

Sabemos que tan pronto como un humano adquiere una mejor interpretación, basada en un contexto más exacto, tiene la facultad para extraer, retirar y/o desechar de su mente el significado [o tornillo] erróneo anterior y aceptar una mejor interpretación y un mejor entendimiento que reemplace los errores con los aciertos.

Personalmente, he aprendido que las ideas correctas son como tornillos adecuados que sujetan bien los argumentos y las convicciones, pero que los conceptos incorrectos, inadecuados o torcidos son engañosos, como tornillos oxidados que no sostienen por mucho tiempo una teoría engañosa. Entonces, ¿por qué todavía existen dogmas científicos, religiosos, históricos, etc.?

La razón es que no acostumbramos hacer el pequeño esfuerzo adicional (por no decir que somos flojos) de preguntarnos a nosotros mismos cómo y por qué sería conveniente entender mejor cierto concepto dudoso. Por ejemplo, ¿recopila ChatGPT datos personales sin el consentimiento de sus suscriptores? Y de ser así, ¿cuán invasivo es? ¿Acata la ley internacional de protección de datos? Y lo que es más espeluznante: ¿Quién se beneficia?

Ningún argumento distorcionado o incompleto ha tenido futuro, aunque a corto plazo (desde un punto de vista universal) haya parecido un enigma muy convincente.

Por ejemplo, alguien podría contradecir y enfrentar a quienes están opuestos uno contra otro, distorcionando su percepción o generando confusión. Pero luego, cuando el conflicto
crece, ese 'alguien' se ofrece como estabilizador y benefactor, insertando una escala de valores diferente sin que nadie se percate del ardid, y la reemplaza con un código caprichoso, sujetando todo a su voluntad.

Por eso, recuerda prestar siempre atención. No creas todo lo que se dice. Un argumento podría estar distorcionado o incompleto, aunque a corto plazo, es decir, a simple vista, parezca convincente. Te dicen: "¡Es normal!" o "¿Qué tiene de malo?" o "¡No pasa nada!", y ya no cuestionas más el asunto.

No estoy atacando al conocimiento en general ni menospreciando el sudor de la frente de los sabios. Solo estoy diciendo que [debido a que vivimos en tiempos peligrosos] se ha vuelto más importante que nunca darnos un poco más de tiempo para reflexionar en lo que aceptamos como 'cierto'.

No es un secreto que vivimos rodeados de cosas buenas y malas; tampoco lo es que en muchos lugares los conceptos de lo bueno y lo malo han terminado de cabeza. ¿Nos volveremos agnósticos y rechazaremos o aceptaremos todos los conocimientos que pululan? No sería equilibrado.

La clave consiste en darnos el tiempo necesario para indagar, investigar, estudiar, comparar, contrastar y analizar el asunto, siempre apoyándonos en fuentes confiables, de solvencia comprobada, y entonces aceptarlo o rechazarlo.

En cierta clase, el maestro preguntó a un alumno: "¿Cuántos riñones tenemos?", a lo que el alumno respondió rápidamente: "¡Cuatro!", y todos estallaron de risa.

El maestro alzó la voz: "Por favor, que alguien traiga un poco de pasto porque hay un burro en el salón". Y todos rieron más fuerte. Pero la situación escaló cuando el joven también alzó la voz, diciendo: "¡Y para mí un café, gracias!". Y todos rieron aún más fuerte.

El maestro, enfurecido, lo retiró de la clase y todo se calmó. Pero el joven esperó al maestro en el patio, lo abordó y le dijo: "Profesor, usted me preguntó cuántos riñones tenemos. Usted tiene dos riñones, y yo tengo dos riñones. 2+2=4. 'Tenemos' es el plural del presente del indicativo del verbo 'tener'. Por tanto, usted y yo tenemos cuatro riñones. ¡Que le aproveche el pasto!".

No estoy haciendo apología de la falta de respeto ni de la confrontación, sino destacando que en todas las cosas debemos tener cuidado con la información que damos y recibimos. 

De hecho, no fue infundado el temor de muchos al darse cuenta de que la inteligencia artificial pudiera convertir la desinformación en un arma y ponerla en manos de grupos inestables.

No todo lo que brilla es oro, y no todo lo que se dice es correcto o incorrecto. No todos los maestros están equivocados, ni se debería llamar burros a los alumnos que sacan una baja calificación.

No procesemos la desinformación como información, ni la información como desinformación. Analicemos con cuidado lo que decimos y oímos, o lo que probablemente nos esté diciendo la inteligencia artificial. (Más)

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